sábado, 3 de enero de 2015

1º Premio "Ciudad Autónoma de Melilla 2014"



  
El Faro de Melilla

Álvarez desvela los trucos para hacerse con el primer premio de los concursos de pintura al aire libre l Este artista explica cómo recorrer España dibujando en lienzos sus rincones.






Es un experto en concursos de pintura al aire libre. Asegura que puede llegar a concursar en unos 50 de los 350 certámenes que hay en todo el país a lo largo del año. Es la primera vez que participa en el concurso de Pintura Rápida de Melilla y ha ganado el primer premio, los 1.200 euros que le permiten seguir invirtiendo en viajes para continuar en esta competición que cada fin de semana le enfrenta a todo tipo de artistas nacionales. El gaditano Juan Miguel Álvarez o Páez de Pruna, como firma de forma habitual sus cuadros, asegura a El Faro que el secreto para estar en tantos concursos es la planificación y elegirlos por su cercanía. De hecho hoy será uno de los pintores del certamen que se organiza en Alcaudete, Jaén, y al día siguiente, estará en Guadix, en Granada. Por los muchos kilómetros que realiza para estar en estos certámenes afirma que su objetivo es siempre conseguir algún premio. “El secreto para ganar un certamen de pintura está en el jurado”, asevera. “Hay que buscar aquéllos en los que el jurado se deje llevar por su corazón”, añade.

Álvarez explica que analiza los ganadores de los concursos de pintura antes de decidir si se presenta o no al año siguiente. Afirma que todos los pintores que se dedican de forma profesional a estos concursos, y con eso no quiere decir que todos sean buenos, sino que recorren centenas de kilómetros para pintar al aire libre, realizan esta misma reflexión. Al estudiar a los primeros premios de un certamen se sabe si el jurado es más o menos clásico o si opta por unos paisajes u otros. De esta forma, ve si este tipo de pintura va con su estilo de dibujar y si le merece la pena recorrerse media España para participar.

En Madrid, por ejemplo, no se presenta porque suelen ganar cuadros muy abstractos y no está acostumbrado a eso. En Andalucía en cambio, los jurados son muy clásicos y encajan mejor sus pinturas. Y en cuanto a Melilla, señala que el jurado es clásico, pero que es muy exigente a la hora de que la obra refleje la belleza de la ciudad. Destacó que ésta es la característica principal del certamen de Melilla y por ello muchos pintores desean venir a la ciudad: El jurado siempre opta por imágenes que resalten las partes más hermosas de la ciudad.

Pero el caso es que él llegó a Melilla sin saber nada de la ciudad. Un compañero de Cádiz le dijo que no se podía perder este concurso porque la organización era muy buena e iba a disfrutar de la experiencia. Y así ha sido. Álvarez asegura que es el concurso mejor organizado de toda España y aunque los premios no son muy elevados, asevera que volverá en próximas ediciones. Nunca pensó que encontraría rincones tan bonitos.


La intuición en juego

Aunque tiene en cuenta el jurado a la hora de pintar, en el caso de Melilla se dejó llevar por su intuición. Es de la sierra de Cádiz así que pensó desde el principio en retratar algo relacionado con el mar. El jueves cogió sus ‘bártulos’ y se puso a caminar en dirección a la Estación Marítima. Desde allí vio una imagen que le encantó. Tres pequeñas barcas y las Torres del V Centenario detrás. Se instaló allí hasta que perfiló todas las formas y luego se buscó una sombra cercana donde terminar el cuadro.

La obra la pintó con acuarelas. Pero hay que acercarse mucho al cuadro para observar que realmente son acuarelas porque casi parece una pintura acrílica, que fue la técnica escogida por la mayor parte de los participantes de este certamen. Álvarez asegura que ésta es una de las principales diferencias que hay con otros artistas de pintura rápida y por ello, sigue apostando por las acuarelas. De hecho, afirma que para el próximo año habrá más acuarelistas en este certamen porque su obra ha ganado esta última edición y eso atraerá a estos pintores.

Se va encantado de Melilla, no sólo por haber ganado. “El carácter de la gente compensa esa mala imagen que tiene la ciudad por las noticias”, asevera el pintor. Así, resalta que para el próximo verano se traerá a su familia para que disfrute con él de la ciudad y pueda hacer algo de turismo. La visita a Melilla no debe estar basada sólo en cosas del trabajo, añade.

Otra de las razones que llevan a un artista a presentarse a estos certámenes es el prestigio que tienen. Afirma que nadie se gasta unos 250 euros entre gasolina, comida y alojamiento para viajar de Cádiz a Ciudad Real o Salamanca si luego esa obra no va a tener un reconocimiento. Así, destaca que el concurso de Melilla está entre los que tienen más popularidad de toda España, primero por el buen trato que se les ofrece a los participantes y segundo, porque se beca a los artistas para que puedan costearse parte del viaje.


La magia de la pintura

¿Pero qué debe tener una pintura para ganar? “La pintura debe ser como la magia. El pintor hace su truco, como si fuera un mago, pero el público no debe saber cuál es”, asegura. Además, apunta que en el cuadro que ha ganado el certamen de Melilla el espectador ve que hay muchos barcos tras las dos embarcaciones y las torres. Sin embargo, si se acerca un poco más al lienzo, lo que verá son muchas rayas y puntos. Esto es la magia de su pintura.

Otro detalle que resalta del concurso de Melilla es que en la noche de la entrega de premios la sala de exposiciones estaba llena de compradores. De hecho, sabe que se han vendido unos ocho cuadros, algo impensable en otros certámenes. Así que es un aliciente más para volver a la ciudad el próximo verano.


Un concurso infantil de pintura al aire libre


Juan Miguel Álvarez asegura que para mejorar aún más el Certamen de Pintura Rápida la Consejería de Cultura podría organizar uno paralelo para niños. Afirma que los pequeños de la Escuela de Enseñanzas Artísticas pintarían con los adultos, intercambiarían sus impresiones e incluso se les podría premiar a todos con artículos de pintura para animarles a que sigan en esta profesión durante muchos años más.